martes, 15 de marzo de 2011

No es bueno estar solo (Aportación de Papá 1/4)


NO ES BUENO ESTAR SOLO 1/4
(Aportación Papá de los RORE)

Por circunstancias que no voy a contar aquí, vivo solo. Estoy solo pero no siento soledad ni me siento aprensivo ni mal por esto.

Los hijos no quieren que estés solo ni que vivas solo mientras estés solo, porque después poco o nada les parece y toda persona que pretendas, es demasiado pequeña para ti y siempre hay problemas y yo no quiero problemas. Lo mismo siento cuando mis hijas me presentan a sus amigos o a sus pretendientes. Siempre queremos lo mejor para nuestros seres queridos y más se trata de nuestros hijos.

La “Cleo” tuvo gatitos. Inmediatamente quisieron regalarme uno para que me hiciera compañía. Vi las crías e inmediatamente dije: ¡Quiero uno negro! Gaby me enseñó entusiasmada y llena de ternura: ¡Mira papá este tiene una manchita negra… !¡No, no, no… ¡Quiero un gato negro, todo negro… si no… NO! No había gatos como yo lo quería en esta camada. Me fui feliz a la casa. Pasó el tiempo y en dos o tres lunas la calenturienta gata ya estaba en Barcelona de nueva cuenta. Parecía que la “Cleo” se había comido un kilo de papas de Emiliano Zapata, Tlaxcala, porque daba un paso y se caía vencida por el peso de tremenda panzota. Dos, tres pasitos y el corazón se le salía por la boca, menos cuando se trataba de comer…¿Manipuladora? Yo creo que sí porque mis hijas se agachaban acariciarla y sobarle las orejas y la panza, mientras la gata embarazada cerraba los ojos y les regalaba una sonrisa. En fin llegó el parto. La muy… canija gata tuvo, entre otros, tres gatos negritos, pero con manchas blancas. Dijo Gaby: -¡Ándale papá ya nació tu gato negro! Dentro de un mes te lo llevas. Papá: - No mi hija yo te dije que quiero un gato todo negro, si no, NO. ( ¡Terco el hombre… Mejor dígale que no! ) Al mes y medio mis hijas ya habían regalado a todos los gatitos, menos a dos negros. Uno como el enano gruñón con una mancha blanca en el pecho y la cola además con muy mal carácter y otro sólo con un hilo blanco, casi imperceptible, en el pecho y en el abdomen, pero que irradiaba simpatía. Ante la insistencia de mi hija, cuando tenía el gato dos meses ya estaba listo para que me lo llevara. Cargué con él no del todo disgustado, porque el gatito era muy tranquilo y cariñoso. Llevé arena especial, la puse en una caja de zapatos. Le di de comer croquetas de perro machacadas. Le gustaron más las completas. Parecía un juguete de peluche y estaba tan pequeño, que se me ocurrió llamarle Toyito. De la palabra en inglés Toy= juguete y la terminación en español que señala un diminutivo: ito= a chiquito. Cuando supieron el nombre a mis hijas les encantó.

1 comentario:

  1. excelente publicación! es como si estuviera leyendo un libro!!!
    mis respetos para ud. señor, escribe con gran elocuencia, de ahí le viene a Miguel... tal vez (:
    Espero las partes subsecuentes de su relato.

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